En el contexto de movilizaciones y reivindicaciones a favor de la independencia de Cataluña, realizadas por una parte significativa de la sociedad catalana, así como en el marco de decisiones y resoluciones políticas, a rebufo de aquellas, nacidas en importantes instituciones y organismos oficiales, se ha celebrado el domingo pasado un encuentro de fútbol. En efecto, se ha jugado entre el FC Barcelona y el Real Madrid C.F. el partido correspondiente a "la séptima jornada de la liga española", o "jornada 7 del campeonato nacional de fútbol de Primera División española" o "jornada 7 de la Liga BBVA en España" o "la séptima jornada de la liga de fútbol española, temporada 2012-13", etc. El enfrentamiento deportivo de estos equipos, al estar circunscrito o encuadrado o ubicado o circunstanciado, etc, en tal contexto, ha servido para escenificar en las gradas del estadio barcelonista, el Camp Nou, una monumental o espectacular o grandiosa o colosal o vistosísima performance de nacionalismo catalanista. De hecho, el mismo Presidente del gobierno de la Generalitat de Cataluña, Artur Mas, declaró en un medio de comunicación lo que le había parecido: "Un ambient espectacular, molt catalanista i amb bones maneres''. Ahora bien, las buenas maneras, la imagen internacional de amabilidad que Artur Mas pide que acompañe a toda performance catalanista, no puede descargarnos de pensar y, por tanto, no nos exonera de preguntarnos si el partido ha acabado. Para orientar bien la pregunta, nos será necesario traer hasta hoy algunos antecedentes históricos del contexto catalanista que ha transfigurado un partido en tiempo y espacio de partido. Y claro, ante esto no sirve la actitud que lleva a minimizar el alcance de este tipo de puestas en escena, ni tampoco la de quienes piensan que estas cosas se solucionan diciendo que "s'ha acabt el bròquil".
(Continuará: con José Diaz, Manuel Azaña, Michael Ignatieff i moltes altres coses)
